sábado, 15 de junio de 2013

Los Genes de ...

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Cada día que pasa las agencias de investigación biotecnológica descubren una nueva causa de las innumerables dolencias que aquejan a los habitantes de las sociedades contemporáneas. En aras del triunfalismo y la financiación, parece que encontrar respuestas fáciles (aunque su búsqueda no lo haya sido) a preguntas harto complejas, como las causas del cáncer o la implicación de agentes infecciosos en diversas enfermedades, es algo común y razonable. Sin embargo, las respuestas fáciles no existen  y aún menos en el terreno de la biología. El gen del cáncer de mama, el gen de la agresividad e incluso el gen de la homosexualidad, dejan entrever el esqueleto de nuestros prejuicios, más que la trama de la investigación científica. El proyecto genoma humano, cuyo último borrador fue dado a luz el pasado 6 de septiembre de 2012 en la famosa revista Nature, no hace sino confirmar el profundo desconocimiento real que se tiene de la genética. Lejos de viejas interpretaciones de los genes, el genoma es un compendio de elementos móviles (más de un 50%), que son secuencias con capacidad autónoma para moverse por el genoma, escindirse e integrarse bajo ciertas condiciones; tan sólo un 1,5% del mismo, se traduce a proteínas, luego de forma directa, un ser humano es tan sólo el producto de ese 1,5% de su genoma. ¿Y el resto? Ese es el gran reto existente en la actualidad: entender la naturaleza de la información genética, pues tras más de un siglo de investigación, parecen más los interrogantes que las respuestas. Los científicos ya empezaron a darse cuenta que en el caso de los genes dos mas dos no son igual a cuatro cuando, el ser humano, teniendo en suma unos 25.000 genes, algunos organismos mucho menos complejos como algunas plantas o nematodos, tenían ingentes cantidades de DNA dada su escasa complejidad.
Por esta razón, parece que en vista de las enormes dificultades a la hora de entender el mundo del DNA, y las innumerables implicaciones del ambiente para dar forma a los genes y en última instancia a los seres vivos, se torna un poco anacrónico que nos hablen de que la causa de un conjunto de enfermedades diferentes y complejas, con un sinfín de parámetros y variables todavía por descubrir como es el cáncer, es un único gen; su mal funcionamiento. Sobre todo cuando muchos de esos genes supuestamente alterados sólo se observan en enfermos y no se hace comparativa con individuos sanos. Cuando la metodología opera bien, se ve que muchos de esos supuestos genes alterados también lo están en personas sanas, luego ¿Cuál es la causa de la enfermedad? ¿Se habla de susceptibilidad? ¿Y que se sabe de la susceptibilidad sin conocer todavía el genoma humano? ¿Las estadísticas lo solucionan todo?
Lo único que podemos tener claro, es que “el gen de…” no existe, y rara vez la causa es un único segmento de DNA (salvo ciertas enfermedades puramente mendelianas). La prueba de ello es el experimento llevado a cabo hace más de una década con una célula tumoral, cuyo genoma se trasladó a una célula sana, y en aquel entorno no se comportó de modo canceroso.
Las enfermedades multifactoriales como el cáncer, tienen el hándicap de que son difíciles de abordar. Sin embargo, si los científicos quieren subvención  y el gran complejo empresarial de las ciencias de la salud, vender sus productos, el mensaje es que vamos por buen camino tapando agujeros. Lo que no se dice son los agujeros que se abren.