martes, 7 de mayo de 2013

Wikileaks frontier.



En ocasiones me da por pensar, y por recordar libros que he leído. Uno de los que más me gustó fue 1984 de George Orwell. No sólo se inventa una lengua que consigue eliminar los significados propios de los significantes para eliminar la carga conceptual que llevan, sino que además estructura un futuro distópico en el que la estructura política parece absolutamente blindada. Si no recuerdo mal, tres bloques mundiales en guerra permanente, cuyas alianzas cambiaban cada cierto tiempo, sin saber exactamente por qué. Un sistema que eliminaba el pasado y lo reconstruia a fuerza de mentira y manipulación. Las libertades individuales absolutamente limitadas, sobretodo la más importante, la de pensamiento. A través de sus telepantallas podían visionar y analizar tus gestos, tus acciones, tus costumbres, y evaluar si era un riesgo. Parece como si no se pudiera escapar. Sin embargo, una luz en el horizonte, una esperanza para el personaje, es Emmanuel Goldstein, y su grupo "La Hermandad", revolucionarios que El Partido intenta suprimir. Sin embargo, como en un sueño maquiavélico existe la posibilidad de que el mayor revolucionario, el objeto del odio manipulado de las "ovejas" que forman el país, Emmanuel Goldstein y su libro, no sean más que la creación del propio partido. Escalofriante es pensar, que aunque de cara a la galería se ilegitima la existencia de la revolución, ésta no es más que un medio para aglutinar a todos los disconformes, tenerlos controlados y llegado un momento, aplastarlos. No importan las verdades que dice el libro de Goldstein. La catarsis del odio debido al adoctrinamiento y a la falta de libertad se proyectan hacia la figura de un hombre del que sólo han oído hablar. Y los que no creen, los disconformes, encuentran un rastro de migas de pan en forma de señales de libertad y revolución, que les lleva directamente a la ratonera.


Al final, puede que unos cuantos se dieron cuenta en un momento dado, de que no importaba el grado de cosas que sabe la gente pues, por muy injusto o agresivo, lesivo y arrollador que sea el mundo, lo único que quiere la gente es vivir en el mundo en el que ha nacido, sobretodo si el marqueting te convence de que el país vecino es peor que el tuyo; o mires a dónde mires no ves nada mejor. Ya lo dijo Churchill: "La democracia es el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas políticos restantes." Y así, en el imaginario colectivo tenemos presente que vivimos de la mejor de las maneras posibles.

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